¿Vencerás la duda o dejarás que la duda te venza?
Por Lilian Henríquez, estudiante de UNIBE
La duda y la indecisión son causas de fracaso e infelicidad
El ser humano
tiene un inmenso y terrible problema. Más peligroso que un ladrón que viene a
robarnos las cosas preciadas que tenemos y más engañoso que un estafador que
viene a vendernos sueños, para al final decirnos que todo es una farsa. Este
problema se le ha concedido el nombre de duda.
En cada acción que tomamos y en cada acción que no tomamos, en algún punto la
duda está presente. Duda de salir de la zona de confort, duda de retarnos a
nosotros mismos para superarnos y ser mejor de lo que fuimos ayer, duda de que
todo nos salga mal, duda de que estemos malgastando nuestro tiempo.
La duda nos lleva
a lugares oscuros. Nos pone de espalda contra la pared. La duda es esa voz que
te dice “no lo hagas, fracasarás”, sin embargo, si todos y cada uno de nosotros
nos sometemos a la presión de la duda, ¿Para qué estamos viviendo?
¿Estamos viviendo
para pagar el alquiler de la casa? ¿Estamos viviendo por vivir? ¿Estamos
viviendo para acumular el dinero? ¿Estamos viviendo para irnos por la vía fácil
y conocida solo por el hecho de que tenemos miedo de explorar otra, en caso de
que falláramos? Cuando todo esto sea logrado, ¿entonces qué? ¿De eso se trata
la vida? ¿Somos tan celosos con nuestro tiempo, para al final del camino darnos
cuenta de que todo ese afán no valió para nada?
No pienses las
cosas dos veces. Permítete vivir y darte el lujo de disfrutar de la vida
mientras la vivimos. No permitas que los estándares de la sociedad definan quién
eres y cómo debes llevar a cabo las cosas en tu vida.
Todos y cada uno
de nosotros nacimos con un don, un regalo que mediante el camino nos toca
descubrir cuál es. Sin embargo, una vez lo descubres y no lo usas, ¿entonces
para qué los tienes? Al no usarlo, no sólo te estás menospreciando a ti, sino a
todo el mundo, pues cada uno de nosotros jugamos un rol importante en la vida y
nunca sabrás cuanto bien puedes hacer al explotarlo. No sabes cuántas vidas
puedes salvar o cuántas vidas puedes alegrar simplemente por el hecho de que
existes.
No le tengas
miedo al dolor ni mucho menos al fracaso. Tal como dice Prince Ea en el video
Nunca viviste de verdad, “la vida es dolor, pero puedes elegir qué tipo de
dolor. Si el dolor en tu camino hacia el éxito o el dolor de estar
arrepentido”. Es bueno arriesgarse, saltar y dejar que tus alas se abran
mientras caes. Persigue lo que realmente te apasiona, no pienses en “¿Qué pasa
si…?” o “Si fallo, entonces…”. Cuando digo esto, no me refiero a que te vayas
por el mal camino, confundiendo hacer malas acciones y tomar malas decisiones
sin pensar en las consecuencias. Hablo de que, cuando sientas esa chispa que
despierta la pasión en algo, vayas tras ello, claramente sabiendo distinguir
entre qué es bueno y qué es malo.
No te atormentes
por tu pasado. “No puedes volver atrás y crear un nuevo comienzo, pero puedes
empezar ahora y crear un nuevo final”. Comienza a ser lo que quieres ser hoy. No esperes que alguien más dé el
primer paso por ti, no dejes que la duda te consuma y comience a formar parte
de tu vida. Piensa en que, cuando lleguen tus últimos segundos de vida y tus
pulmones absorban los últimos respiros, ¿cuál de las dos opciones quieres
llegar a pensar: “Me arrepiento de las cosas que no hice, quisiera devolver el
tiempo” o “Estoy consciente de que tomé las decisiones que tenía que tomar,
disfruté todo lo que pude disfrutar y me lancé a todos los retos que tuve por
delante”?