24 de noviembre de 2016

Perdido | María Mercedes Redondo Menicucci

Perdido


Por María Mercedes Redondo Menicucci




“¿Qué será de mí?” Se preguntaba el pequeño niño esos últimos días. Dos días atrás se había levantado para ir a la colina que tanto le gustaba para meditar y explorar, pero en cuanto vio que la lluvia había regresado decidió emprender su camino nuevamente a su vecindario. No esperaba encontrárselo en tan desgarrante situación y sin encontrar a una sola persona en el área.

Estaba perdido, no encontraba ni a sus padres, ni a sus hermanos, ni a sus amigos o vecinos. No encontraba a nadie. Estaba sólo en medio de esa tremenda catástrofe. No sabía qué hacer, se encontraba encima de un árbol mientras veía como el agua se llevaba consigo todos los bienes materiales del pequeño barrio donde vivía. Se llenaba de dolor mientras el agua tomaba las calles como ruta y de paso devoraba todo a medida de su trayecto.

Secaba sus lágrimas de dolor y angustia que se confundían con las gotas del diluvio. Ya no tenía más fuerzas y, entre lágrimas, se quedó dormido…

Inspirado en la catástrofe del Cibao, Noviembre 2016 

23 de noviembre de 2016

Reviviendo la infancia | María Gabriela Maragoto

Reviviendo la infancia


Por María Gabriela Maragoto





          En mis vacaciones de invierno de 2014 hice un viaje a Florida, donde pasé las fiestas y un buen rato con la familia.  Todo empezó el 22 de diciembre.  Con mis padres, tíos, primos y hermana nos dirigíamos a Miami en avión, en el que pasé el vuelo entero leyendo.  El tiempo pasó volando, literalmente.  Llegamos a MIA, el Aeropuerto Internacional de Miami, en tan sólo 2 horas.  Pedimos un taxi y nos dejó en casa de mi tía.

          Allí nos reunimos con mis abuelos.  Nos sentamos a cenar un delicioso arroz frito que mi abuela había preparado con mucho amor para sus nietas, ya que es nuestra comida favorita.  Más tarde contamos historias sobre nuestro viaje, el avión y las obras de Navidad.  Luego fuimos a la habitación, desempacamos y nos acostamos a dormir después de un largo día.

          La mañana siguiente desayunamos fruta picadita y tostadas con mantequilla de maní acompañadas de un vaso de jugo de naranja.  Al terminar ese delicioso y nutritivo desayuno nos terminamos de arreglar para recibir las visitas que vinieron a vernos.  Hacía ya mucho tiempo que no nos veíamos, así que nos pusimos al día.  Cuando nos dimos cuenta ya era de noche.  Cenamos, o más bien, almorzamos tarde y nos fuimos a dormir.

          Al despertar el 24 de diciembre, que fue como al medio día, tuvimos que empezar a arreglarnos para la cena de noche buena.  Fuimos a celebrar a una finca, así que me puse pantalones de cintura alta negros, un top gris y botas negras.  Como hacía frío de noche, me llevé un abrigo.  La cena estaba deliciosa.  Cerdo asado en la caja china, ensalada de lechuga y tomate, y yuca con mojo.  De postre había una gran variedad de turrones, mazapanes, barras de chocolate y fresas cubiertas con chocolate. 

          A las 2:00 am del día de Navidad abrimos los regalos.  Yo personalmente recibí todo lo que quería y me siento muy agradecida por eso.  Después de dormir hasta casi el medio día no hicimos casi nada, excepto las maletas para los siguientes cinco días.  

          El 26 de diciembre nos levantamos muy temprano para ir al aeropuerto a coger el autobús que nos iba a dejar en Disney World.  El viaje duró 4 horas y pasaron muy rápido porque fui leyendo en el camino.  Al llegar al hotel dejamos las maletas y nos dirigimos al primer parque, Epcot.

          En los días siguientes visitamos Magic Kingdom, Hollywood Studios, Animal Kingdom y Downtown Disney.  Éste fue mi primer viaje a Disney y fue muy emocionante y me sentí nostálgica por mi infancia.  Regresamos a medianoche el día 30.  

         En año nuevo fuimos a una fiesta familiar con música, comida, bebidas y una cabina de fotos.  A las doce brindamos con champagne, comimos las doce uvas y nos felicitamos por el nuevo año. 

          El cinco de enero regresamos a Santo Domingo después de un excelente viaje lleno de experiencias maravillosas.  Sé que jamás olvidaré esta increíble experiencia.


15 de noviembre de 2016

Enseñanzas de la Vida | Paola Jaumot

Enseñanzas de la Vida

Por Paola Jaumot




Nunca se ve más oscuro que cuando va a amanecer

     Siempre ten la luz en tus ojos, aunque a veces el mundo sea oscuro, al final del día, la vida no te quita cosas, te libera de cosas. El bien se alimenta de sí mismo, mientras que, el mal se destruye a sí mismo. La vida da mil vueltas, pero al final todo obra para bien y ocurre como debería. Admiremos lo que tenemos alrededor como los paisajes y fijémonos menos en lo que son las cosas negativas. Cada momento del día es importante, no desperdiciemos ni un segundo de nuestra vida.

     Aprovechemos del tiempo el espacio familiar y social. Haz amigos y ama a alguien aunque sepas que algún día se irán. En cuanto a la familia, siempre hay que tratar de mantener la armonía en ella.

     Por más obstáculos que encuentres en la vida, la naturaleza de los seres humanos no cambia. Si alguien te hace daño, no te cierres, simplemente debes tomar precauciones, también sé más bueno de lo necesario, pues todo el mundo está librando una batalla en su interior y recuerda que cuando alguien tenga un problema ayúdalo, ya que luego puede ser tuyo también.


     “Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir, cuando ofrezca tu camino solo cuestas que subir, cuando tengas poco haber pero mucho que pagar y precises sonreír aun teniendo que llorar, cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, descansar acaso debes. Pero nunca desistir, ¡cuando todo esté peor, más debemos insistir!”. Cuando las cosas vayan mal y quieras renunciar, hay que seguir adelante, ya que cosas mejores nos esperan. En momentos así, no debemos de rendirnos. Tenemos que seguir insistiendo.

11 de noviembre de 2016

Auxilio | Paola Ayala

Auxilio



Por Paola Ayala

Estaba oscuro. No lograba ver nada.

De repente se encendieron las luces y me vi a mi misma en el centro de lo que parecía
ser un almacén. Un almacén totalmente vacío.

Justo cuando fui a dar un paso, escuché un golpe seco. Retrocedí y escuché otro golpe.
Me quedé quieta, todo estaba en silencio. Di un paso y surgió una secuencia de golpes
que provocaron un ruido tremendo y envolvente.

"Pum, pum, pum".

Empecé a sentir malestar; sentía que estos ruidos entraban en mi cabeza y nublaban por
completo mis pensamientos.

Me cubrí los oídos, tratando en vano de apaciguar el sonido, y sentí a alguien tocar mi
hombro. Pegué un grito y caí inmediatamente al suelo, girándome rápidamente para ver
quién estaba tras de mí.

No había nadie. Los sonidos se habían detenido.

Me levante y sentí otro toque en mi hombro. Volví a gritar y giré, esta vez sin caer, y
vaya que sorpresa… no había nadie. Escuché nuevamente un golpe seco, esta vez a mis
espaldas. Lentamente voltee y me encontré con una joven vestida de bailarina. Sostenía
una cajita musical, la cual me ofreció.

Como respuesta solo pude ofrecerle una mirada de total confusión y miedo.
Como vio que no tenía intención alguna de coger la cajita, la joven bailarina la atrajo
hacia sí y lentamente la abrió. De la cajita salió una diminuta bailarina y de fondo
empezó a sonar una melodía que me recordaba esas canciones que de niña mi madre me
cantaba cada vez que no lograba conciliar el sueño.

La joven volvió a ofrecerme la cajita. Se veía tan inocente…
Dada la situación, reconozco que fue una completa locura el decidir acercarme a la
joven.

A medida que me acercaba, noté cosas en las que no me había fijado antes: el vestido de
la joven estaba hecho un desastre, sus ojos irradiaban dolor y tristeza, sus manos
temblaban…

Cuando ya me encontraba a menos de un metro de distancia de la joven, algo volvió a
tocar mi hombro. Observé como la expresión de la joven se transformó en algo que solo
pude definir como puro horror.

Y entonces yo comencé a temblar.

A mis espaldas, escuché otro de los tantos golpes que había escuchado antes de la
aparición de la joven.

Cerré los ojos, sin voltearme.

Otro golpe.

Me quedé inmóvil.

Algo me jaló del brazo. Abrí de golpe los ojos y vi que era la bailarina, la cual casi a
rastras trataba de alejarme de lo que sea que se hallaba a mis espaldas.

Corrí junto a ella hacia Dios sabrá dónde. Corrimos y corrimos en lo que parecía un
tramo infinito.

De la nada apareció una puerta, la cual fue cruzada sin dudas por la bailarina. Yo, en
cambio, por alguna extraña razón paré en seco y por una ventanilla que poseía la puerta
miré a la bailarina abrir con rapidez y desesperación la cajita musical. Mientras con gran
urgencia le daba cuerda, algo borroso pasó por su lado y de repente la joven se quedó
inmóvil. La cajita resbaló de sus manos y vi casi en cámara lenta como aquel cuerpo sin
vida caía al suelo.

Entré en pánico y no supe hacer nada más que llorar.

Lloré y lloré. Lloré como si de ello dependiera mi ahora incierta vida.

Sentí otro toque en mi hombro y esta vez sí voltee y grite a todo pulmón. Grité por la
frustración, por el temor, por la incertidumbre, por el cansancio, por el cuerpo sin vida
detrás de la puerta…

Grité por la despreciable vida que hace unos días habría deseado acabar y que ahora
rezaba por que no ocurriera.

Grité en señal de auxilio y súplica por que todo esto terminara.

Y así fue.

Paola Ayala
11/10/2016

7 de noviembre de 2016

Conócete | María Mercedes Redondo Menicucci

 Conócete


Por María Mercedes Redondo Menicucci



No estamos deprimidos, simplemente debemos detenernos un tiempo para así poder apreciar todas las cosas bellas y maravillosas de este mundo. Conviene detenernos un tiempo en soledad para reflexionar sobre nosotros mismos y llegar a conocernos profundamente. No debemos ponernos límites, ya que realmente la única limitante que tenemos sólo existe en nuestras mentes.

Más vale conocerse a uno mismo, nuestras emociones, al igual que lo que deseamos sea bueno o malo, porque así como “para amar al prójimo primero tenemos que amarnos a nosotros mismos,” así mismo debemos conocernos y dedicarnos tiempo a nosotros mismos para poder interactuar de la manera más eficaz con los demás.

Todos, aún cuando pensamos lo contrario, tenemos un sin número de atributos, muestras de afecto, soporte, compañía, etc. que ofrecer, que aunque puedan parecer insignificantes para nosotros mismos o los demás, pudieran llegar a ser la muestra de amor, afecto o apoyo que más necesitaba una persona en el momento.  Por lo tanto, no cambies quien eres, tu esencia, cuando te hagan daño o vengan malos momentos. Sólo toma precaución y sigue con tu vida.

Por otro lado, en el camino de la vida siempre habrán obstáculos que nos harán crecer, está en nosotros mismos tomar la decisión de cual camino tomar afrontar nuestros problemas, o nos quedamos derrotados o aprovechamos esas experiencias como una enseñanza y lo utilizamos para aprender de nuestros errores y seguir adelante.

Por consiguiente, aprovecha y disfruta la vida, no dejes pasar el tiempo, presta más atención y dedícale más tiempo a los pequeños detalles, lee más, sal a tomar aire fresco, platica más con amigos, comparte más con tu familia, ama, sobre todo a tu pareja, y si no creen en el amor, respeta como menos. No dejes pasar la vida, que es solo una, aprovéchala todo lo que puedas para vivirla de manera plena.

Disfruta codo detalle de la vida como es y como venga. Siempre hay alguien que estará en peores situaciones y aún así seguirá adelante con su vida mientras nos quejamos. “ Existen muchas cosas en tu vida que sorprenderán a tus ojos, pero solo unas pocas sorprenderán a tu corazón.” Observa a tu alrededor y agradece por todo lo que tienes en la vida. Somos muy afortunados de lo que tenemos, sé feliz.


No dejes de ver

Textos que ganaron en el certamen Literario UNIBE 2017

Soy . Autora:  María Teresa López Rodríguez. Primer Lugar del renglón Poesía Soy la oquedad de la noche, la soledad, el dest...