8 de julio de 2020


La brutalidad policial: Atentado contra los derechos civiles
Por: Celia Fernández
Estudiante de derecho, UNIBE
“La ley y el orden existen por el propósito de establecer la justicia y cuando fracasan en este propósito se convierten en las presas que bloquean el flujo del progreso social.”
   Martin Luther King

¿Cómo podríamos definir el atentado contra los derechos civiles? ¿Podría el atentado contra los derechos civiles llegar a ser señalado a través de aquellas situaciones de injusticia, sin justificación, protegidas o “excusadas”, tanto por un sistema jurídico corrupto, como por una sociedad que se mantiene en silencio ante una situación alarmante de discriminación, arropando la mente de los ciudadanos norteamericanos con falsos ideales de lo que vendría siendo una protección y seguridad adecuada? ¿Agentes policiales dispuestos a infligir dolor y que, sin ser conscientes de ello, padecen de una ceguera excluyente, por una simple cuestión de apariencias?
Un estado que, “sigilosamente” segrega a su sociedad por cuestiones de qué tanta melanina posee el órgano más grande de nuestro cuerpo (la piel), no merece llevarse el título de un ‘país libre’ o como se aprecia en cientos de películas y programas de televisión estrictamente americanas, ‘free country’.
Me parece relevante mencionar el hecho de que, aunque sean pocos los que desconocen la realidad del racismo, esta problemática viene siendo uno de los peores males que persisten en la sociedad, al lograr pasar desapercibido casi siempre; naciendo y alimentándose de aquellos prejuicios personales que nos hacen tratar a cada persona de una manera distinta, dependiendo ya sea, de su apariencia física o de su procedencia: racismo y xenofobia.
No fue hasta la era de los derechos civiles en 1991, (Ley de derechos civiles de 1991) cuando todavía no había surgido la conciencia que traen consigo los eventos de violencia injustificada, que se hace la primera grabación, en la cual el activista, Rodney King fue derribado, inmovilizado y agredido brutalmente con porras por cuatro miembros del LAPD, mientras se encontraba esposado.  (The Telegraph, 2012)
La evidencia histórica de daño público y devaluación de cuerpos negros data desde la época de la esclavitud, año 1654, cuando la misma era permitida dentro de las fronteras de Estados Unidos. Ésta logró ser reforzada en el siglo XIX, cuando las leyes de linchamiento estaban en su lugar. Definiendo linchar, según el diccionario de la RAE, como la ejecución de un sospechoso tumultuariamente, es decir, sin ser juzgado debidamente. (Real Academia Española, s.f.) Así como las leyes de Jim Crow, decretadas por las legislaturas estatales de los demócratas blancos con tal de privar de sus derechos sobre las ganancias económicas y políticas logradas a los de raza afroamericana durante el periodo de Reconstrucción (1863-1877). 
En la práctica, dichas leyes ordenaban una especie de segregación racial en toda instalación pública de los antiguos Estados de EE. UU a partir de la década de 1870 y 1880 (Blight, 2001) Las mismas llegaron a ser confirmadas en 1896, con el caso de Plessy contra Ferguson, originado formalmente en 1892 cuando un zapatero de Nueva Orleans, Homer Plessy, (considerado en esos tiempos como una persona de ascendencia blanca de 7/8 y negra de 1/8) viola de forma deliberada la Ley de Automóviles Separados del Estado de Luisiana de 1890, tras sentarse en un automóvil designado solo para blancos. Una ley en la cual se exigían “alojamientos iguales, pero separados para pasajeros blancos y no blancos” en los vagones de los ferrocarriles de este Estado. Razón por la cual, la Suprema Corte de los Estados Unidos de América alega su doctrina legal de “separados, pero iguales” para las instalaciones de los afroamericanos. (eszterozsvald, s.f.) Lo que también, provocó una segregación esencial en el sistema de educación pública en la mayor parte del sur después de la Guerra Civil. 
Parece difícil de entender que un país tan civilizado como los EE.UU. realmente llega a ser un territorio donde los grupos de minorías raciales perciben a los agentes policiales como opresores, en vez de estos ser sus protectores o de ser aquellos encargados de hacer cumplir la ley.
Esta es una situación que va aún más allá de lo que podría ser evidenciado como el ‘uso de fuerza física injustificada’, es decir, también ocasiona situaciones de asalto e intimidación, tanto emocional como verbal, deshumanizando totalmente a la víctima durante la interacción con el policía. 
La brutalidad policial no es diferente de las políticas y estructuras que mantienen cierta conexión clandestina “de la escuela a la prisión” para los estudiantes de color, especialmente los estudiantes de tez oscura. No es diferente de lo que está sucediendo en los sistemas de justicia penal y de aplicación de la ley donde ser negro significa ser más propenso a ser arrestado, acusado y encarcelado por un simple delito.
En conclusión, es execrable que al día de hoy continúen contratando agentes policiales ignorantes y retrógrados, que abusan de su poder cada vez que se les presenta la oportunidad; juzgando a las personas por el color de piel.
Procuremos un mundo más tolerante, más humano, libre de prejuicios, de discriminación, libre de violencia, un mundo menos dividido.  Como dijo Facundo Cabral: “Una sola raza, la humanidad; una sola religión, el amor”. Haciendo real el sueño de Martin Luther King en su discurso I have a dream, del 28 de agosto de 1963, anhelando que las personas de tez negra y de tez blanca pudieran un día vivir armoniosamente, Tengo un sueño, sueño que mis hijos vivan un día en un país donde no sean juzgados por el color de su piel”


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