24 de diciembre de 2017

Crónicas madrileñas 1

Llegar a Madrid fue como tragarme un litro de vino de un sorbo. Aquí las horas tienen alas. El día apenas dura para comerse unos churros con chocolate. ¿Lo primero?Asombro. Imagínate que de repente se abre ante ti una inmensa pantalla de cine, donde también eres parte de la acción. ¿La película? Extraña. Las primeras secuencias daban la impresión de que todos fumaban (en mi país casi nadie fuma). Así que de pronto parecía que la ciudad inhalaba un espeso cigarro. Semanas después, cuando una compañera comentó en clases que una nube de contaminación cubría la ciudad, perfeccioné la imagen de la rubia fumadora (por supuesto desnuda).
Otra cosa que seguía sin entender y que se lo comentaba a mis compañeros cantidad de veces, era el frío en los huesos de los madrileños. “Se supone que han vivido aquí toda la vida, que sus cuerpos están acostumbrados a este clima, entonces ¿por qué todos andan con abrigos y bufandas, como si el frío le fuera extraño? Una mañana no aguanté más y le disparé al profesor del Taller de Guion para Directores, Jaime Bauza Cotillas (dispara era su frase favorita). Él apaciguó mi espíritu. “Mira, no te creas que por ser madrileño se está acostumbrado al clima loco, pues aquí los choque atmosféricos son muy bruscos. En verano la temperatura sube del infierno, ahora es lo contrario. ¿Crees que puedas acostumbrarte a eso aunque tengas toda la vida para ello?”. Así acabaron, por el momento, las cuestiones sobre el frío sin que esto pudiera librarme del catarro que me estremeció el pecho por semanas.
Olvidado el asunto climático, empecé a acariciar el pecho cultural de la gigante desnuda. Releí “España contemporánea”, “El llano en llamas” y “Pedro Páramo”. De alguna manera me negaba a perder mi identidad caribeña. Casi muero una tarde cuando, caminando por Moncloa, encontré la librería Juan Rulfo. En éxtasis empujé la puerta y me dejé arrastrar de unos pies que se habían vuelto ojos. Andrés del Arenal (un sujeto muy amable que contestó casi todas mis preguntas) me invitó a una lectura de “Pedro Páramo” que se realizaría al día siguiente, con motivo del 60 aniversario de su publicación. Días después le enviaba una propuesta sobre un taller literario en Madrid que de aprobarse llevaría el nombre del gran creador mexicano. Como muestra de lo que haríamos le adjunté un trozo de mi impresión al encontrarme un pedazo de mi alma en un mundo hasta el momento irreal.
Madrid, el origen
Juraba que había llegado a un planeta muy distante de la Vía Láctea, pues la tormenta había sido terrible. Mi último acto consciente fue cuando orbitaba el planeta 0087 del cinturón de Scarnut. Entonces mi nave colapsó. Después desperté en esta ciudad de edificios enormes y viejos, gente presurosa que fuma con frenesí y gusanos subterráneos que tragan individuos día y noche. Pensé que me hallaba muy lejos de la Tierra, pues, salvo algunas coincidencias, los moradores eran diferentes a los terrícolas que conocía. Pero una tarde de mi primera semana, caminando la Calle de Fernando el Católico, la vi. La estructura no parecía nada extraordinario. Apenas tenía una puerta de cristal y una vez la atravesabas debías o subir o bajar unas escaleras de madera. Al bajar “El llano en llamas”, “Pedro Páramo”, “El gallo de oro”, y otra veintena de libros sobre Rulfo aclimataron mis pupilas. Fue suficiente, no estaba lejos de casa, pues ese dios que los isidrianos llamaron Rulfo había traído hasta aquí su evangelio.
Las semanas antes de empezar clases fueron un solo asombro. ¿Cómo eran las aulas? Lo mismo. Me fascinaban algunas materias, otras eran un desastre, no por el tema en sí o por quienes las impartían, sino por mi bloqueo mental.
Disfrutaba hasta no querer terminar las cuatro horas de Guion de Series de Ficción: Géneros y Estructuras Narrativas, del profesor Daniel Tubau García. Ante él tenía la agradable sensación de sentirme inferior. Era un come libros. Daba la impresión de que había leído todo. Encantaba hablar con un sujeto así. Solo en esta ocasión me fascinaba verme inferior a alguien. ¿Te fascinaba? Sí, porque ese sentimiento no era negativo, más bien, un favor a mi débil intelectualidad. La misma sensación la tenía en el Taller de Guion para Directores. Era lógico que me sintiera así, pues a pesar de las muchas cosas que hacía en Santo Domingo para sobrevivir, lo que siempre me ha salido sin esfuerzo es leer y escribir y ellos me daban trucos para mejorar ambas cosas. También disfruté mucho el Taller de Ayudantes de Dirección, con Begoña Casado. Nos reíamos como locos enseñándole dominicanismos como “vaina, muletilla que acomodamos en cualquier lugar de la oración, (expresiones que jamás usaba, pero que en su acento madrileño sonaban tan divertidas).
¿El lado opuesto? Dirección de Actores e Interpretación. En ella aprendí muchísimo, más que en cualquier otra materia, desde Stanislavski, el duque de Saxe-Meininger, André Antoine y su cuarta pared, las ocho preguntas de Tony Barr, el sí mágico…pero por encima del éxtasis del conocimiento estaba mi apatía por la actuación. Había pasado mis últimos diez años creando personajes y dictándole normas, por eso me aterraba ponerme en el laberinto que yo había construido. Sin embargo Saida Santana (la profe) me hizo uno de los regalos inolvidables de Madrid; me desveló la existencia de Leopoldo María Panero y su Canción del Croupier del Mississippi. Una pieza poética que revolucionaría mi invierno. Por eso le dediqué un trozó que no me enteré si leyó. ¿Tratando de demostrarle que no eran del todo malas sus clases? No lo sé, pero me hacían escribir y era suficiente. Cuando lo terminé se lo envié por correo.
Confesión de un guionista
Me sabían a mierda esas clases de actuación, donde tenía que deshacerme en millones de personas ridículas, muertas, o en individuos que solo habían existido en las memorias de mis frenéticos compañeros.
Una picazón extraña se me extendía desde la parte baja de la barriga, pasándome por el corazón, la garganta y la cabeza. Sin embargo al llegar a mi cerebro no era capaz de sacarla de ahí y me torturaba casi hasta la locura. Imagino que mi fobia era producto de haberme pasado tanto tiempo creando personajes, por eso me negaba a darle vida a cosas horrorosas que no habían vivido.
“Chicos, si queréis ser buenos directores tenéis que poneros en el lugar de sus actores”, era la justificación de la maestra (ese ángel que cargaba el cielo en los ojos) para tratar que no muriera durante su tortura.
Si hay un infierno —me decía— seguro que el peor castigo en él es ponerte a imitar un patán del que todo es ficticio .
Por suerte las clases no pasaban de cinco horas, pero qué maldita eternidad! Solo Saida podía disfrutar su ambiente. Entonces los ojos se les expandían y me daban cierta paz que me ayudó a sobrevivir.
Así inició la aventura del Master en Dirección y Realización de Series de Ficción. ¿Lo demás? Pecados de los que serás confesor.
Rodolfo Báez 
20 de febrero, 2016


Escritores del sello editorial UME conversan con estudiantes de UNIBE



Escritores jóvenes del sello editorial UME (Últimos Monstruos Editores) participan  en conversatorio con estudiantes de UNIBE que durante el segundo semestre de 2017 estudiaron sus obras. 

Mary Claudia, autora de la novela Incomprendida, y quien tiene 18 años de edad, habló sobre su proceso creativo e incentivó a los asistentes a escribir. “De la misma manera que yo empecé está novela con 16 años, usted pueden ser escritores o escritoras, si lo se proponen«, dijo la escritora. 

Peter Domínguez, autor de La paradoja del fénix, también conversó con los chicos sobre su pasión por la literatura. Domínguez enfatizó que más que escribir en la primera etapa de la vida es necesario leer, leer mucho, que después la escritura llegará sola y con cierta calidad. 

Greg Pérez, autor del libro Estación 47 (relatos de horror), dijo que aunque hablaba poco agradecía grandemente que en la Universidad Iberoamericana se estudiaran libros de autores dominicanos jóvenes. Pérez se mostró muy emocionado al presencial la proyección de tres cortometrajes realizados por los estudiantes que analizaron sus textos y la escenificación de una obra de teatro que recogía tres de las obras principales de su trabajo. 


“UME, es un sello editorial independiente que ofrece la oportunidad a autores jóvenes para que puedan publicar sus obras, sin invertir ni un peso, y que empiecen a hacer vida de escritores y recibir ganancias por ello“, expresó Rodolfo Báez, al terminar el acto.  Más información sobre esta editorial en: ultimosmonstruos.com 


20 de noviembre de 2017



¿Vencerás la duda o dejarás que la duda te venza?
Por Lilian Henríquez, estudiante de UNIBE

La duda y la indecisión son causas de fracaso e  infelicidad

El ser humano tiene un inmenso y terrible problema. Más peligroso que un ladrón que viene a robarnos las cosas preciadas que tenemos y más engañoso que un estafador que viene a vendernos sueños, para al final decirnos que todo es una farsa. Este problema se le ha concedido el nombre de duda. En cada acción que tomamos y en cada acción que no tomamos, en algún punto la duda está presente. Duda de salir de la zona de confort, duda de retarnos a nosotros mismos para superarnos y ser mejor de lo que fuimos ayer, duda de que todo nos salga mal, duda de que estemos malgastando nuestro tiempo.
La duda nos lleva a lugares oscuros. Nos pone de espalda contra la pared. La duda es esa voz que te dice “no lo hagas, fracasarás”, sin embargo, si todos y cada uno de nosotros nos sometemos a la presión de la duda, ¿Para qué estamos viviendo?
¿Estamos viviendo para pagar el alquiler de la casa? ¿Estamos viviendo por vivir? ¿Estamos viviendo para acumular el dinero? ¿Estamos viviendo para irnos por la vía fácil y conocida solo por el hecho de que tenemos miedo de explorar otra, en caso de que falláramos? Cuando todo esto sea logrado, ¿entonces qué? ¿De eso se trata la vida? ¿Somos tan celosos con nuestro tiempo, para al final del camino darnos cuenta de que todo ese afán no valió para nada?
No pienses las cosas dos veces. Permítete vivir y darte el lujo de disfrutar de la vida mientras la vivimos. No permitas que los estándares de la sociedad definan quién eres y cómo debes llevar a cabo las cosas en tu vida.
Todos y cada uno de nosotros nacimos con un don, un regalo que mediante el camino nos toca descubrir cuál es. Sin embargo, una vez lo descubres y no lo usas, ¿entonces para qué los tienes? Al no usarlo, no sólo te estás menospreciando a ti, sino a todo el mundo, pues cada uno de nosotros jugamos un rol importante en la vida y nunca sabrás cuanto bien puedes hacer al explotarlo. No sabes cuántas vidas puedes salvar o cuántas vidas puedes alegrar simplemente por el hecho de que existes.
No le tengas miedo al dolor ni mucho menos al fracaso. Tal como dice Prince Ea en el video Nunca viviste de verdad, “la vida es dolor, pero puedes elegir qué tipo de dolor. Si el dolor en tu camino hacia el éxito o el dolor de estar arrepentido”. Es bueno arriesgarse, saltar y dejar que tus alas se abran mientras caes. Persigue lo que realmente te apasiona, no pienses en “¿Qué pasa si…?” o “Si fallo, entonces…”. Cuando digo esto, no me refiero a que te vayas por el mal camino, confundiendo hacer malas acciones y tomar malas decisiones sin pensar en las consecuencias. Hablo de que, cuando sientas esa chispa que despierta la pasión en algo, vayas tras ello, claramente sabiendo distinguir entre qué es bueno y qué es malo.

No te atormentes por tu pasado. “No puedes volver atrás y crear un nuevo comienzo, pero puedes empezar ahora y crear un nuevo final”. Comienza a ser lo que quieres ser hoy. No esperes que alguien más dé el primer paso por ti, no dejes que la duda te consuma y comience a formar parte de tu vida. Piensa en que, cuando lleguen tus últimos segundos de vida y tus pulmones absorban los últimos respiros, ¿cuál de las dos opciones quieres llegar a pensar: “Me arrepiento de las cosas que no hice, quisiera devolver el tiempo” o “Estoy consciente de que tomé las decisiones que tenía que tomar, disfruté todo lo que pude disfrutar y me lancé a todos los retos que tuve por delante”? 

9 de noviembre de 2017



La dualidad de la vida: Luz y Oscuridad
Producción textual conjunta por los alumnos:
Mariela Reyes,  Mayrobi Payano, Williana Taveras, Laurent Brea y Miguel Collado
(Cada alumno produjo un párrafo por separado en clase, al unirlos salió este texto)

En este mundo se ha perdido gran parte de la humanidad. Es cierto que somos seres humanos, sin embargo hemos perdido la humanidad. Somos más cínicos, somos más violentos, somos más insensibles, ante el sufrimiento, ante la pobreza, hasta ante la misma muerte. Ahora bien, los que son sensibles, detallistas, agradecidos, son los que cruzan mar y tierra para cumplir sus objetivos y hacer un mundo mejor. Ellos, ellos les llevan ventaja a los otros, ellos tienen esperanza, ellos saben que lo que esperan, lo que anhelan, lo que viene, tiene sentido. Tratemos de recuperar la humanidad, así podemos vivir con amor, armonía y esperanza. La luz brillará, todo va a cambiar. Vivamos en armonía y con amor.
Vivamos con amor. El amor es ese motor que nos impulsa a hacer las cosas que queremos aunque a veces parezcan imposibles. Vida plena, felicidad, libertad son las metas a las que debemos aspirar, vida que si carece de armonía, de amor, de alegría y de entrega a los demás pierde todo su sentido, ya que las relaciones humanas son esenciales para nuestro crecimiento y desarrollo integral. Procuremos una vida con grandeza.
Una vida con grandeza es nuestra meta. Las virtudes de la sabiduría, la prudencia y la fortaleza nos hacen seres de luz, que pueden iluminar no sólo nuestro camino, sino el de muchos más. No perdamos esa luz, esa luz que ilumina y fortalece nuestra humanidad. Que no perdamos la luz que brilla a través de nuestros ojos, ya que si nos proponemos dar nuestro mayor resplandor, iluminaremos nuestro camino y el de aquellos que caminan a nuestro lado.
Para vivir en armonía y en equilibrio, debemos comprender la dualidad de la vida: luz y oscuridad, bien y mal, vida y muerte, una no puede existir sin la otra, porque ahí se cumple el balance perfecto.

En fin, mantengamos la visión en esa dualidad, en esa balanza: luz y oscuridad y tratemos de iluminar a los demás. Recuperemos nuestra humanidad. Iluminando el camino de los otros se iluminará el nuestro. 

27 de octubre de 2017


Atrévete
Por
Sarah María Pérez Tio
Estudiante de UNIBE

Todos los días haz algo a lo que le temas

Atrévete a soñar, deja que tu mente despegue de este mundo tan superficial y empieza a volar alto, lo más alto que puedas. No permitas que las opiniones de los demás se conviertan en cadenas que te impidan soñar, tus sueños son tan reales como tú los veas, son nuestra única esperanza del futuro, pues son el ticket de entrada a nuestro viaje por la vida.
Atrévete a ser feliz, ríete de vez en cuando, incluso de ti mismo/a y disfruta de las maravillas de la vida. La felicidad se construye día a día. Deja de pensar que serás feliz mañana cuando termines tu carrera o en el futuro cuando te cases o cuando estés estable económicamente, para ser feliz no se necesita dinero, no se necesitan apariencias, ciertamente la felicidad se encuentra en las simplezas de la vida.
Atrévete a escuchar la voz de tu corazón, deja de pensar tanto las cosas y empieza a actuar. Si te fijas, los niños hacen las cosas porque si, no piensan en las consecuencias y lo hacen con confianza. ¿Que nos ha pasado? ¿Por que será que cuando crecemos cambiamos radicalmente hasta llegar a un punto que no somos nada a lo que alguna vez fuimos? Yo te aconsejo que hagas las cosas como los niños, con confianza, sin miedo, sin preocupaciones, sin pensar en el por qué ni el cómo ni el cuándo porque así realmente te darás la oportunidad de vivir nuevas aventuras.
Atrévete a salir de tu zona de confort, saca el miedo de tu vida, deja las penas a un lado, olvídate del fracaso y elimina esa desconfianza en ti mismo/a. La vida no es una competencia, la única competencia está en ti mismo/a, en lo que tienes que hacer para llegar a ser mejor  día a día. Recuerda, la vida es una escuela y está llena de lecciones, nadie nació sabiendo, todos hemos sido principiantes en algún momento de nuestro paso por este mundo, quizás lo seguimos siendo, pero todo se logra a través del aprendizaje, haciendo las cosas por ti y para ti.
Atrévete a sentir, atrévete a reír y haz de este mundo un paraíso de bien en el que todos seamos iguales, en el que no exista discriminación por condición social, por apariencia, por género o por orientación sexual, simplemente un mundo en el que por amor al prójimo nos tratemos con el bien.
Pero también atrévete a llorar cuando las injusticias te agobien o cuando la vida no te sonría. Deja de ponerle filtros a tu corazón y deja que ese dolor que muchas veces sientes, salga, deja que ese llanto que te consume florezca en torrentes de amor, porque también sentir tristeza refleja que estás vivo, que a pesar de la maldad que te rodea, tu corazón late y que aun en la neblina sigues firme.
Atrévete a vivir, como dijo el poeta “somos el resultado de nuestros triunfos y nuestros fracasos”. La vida es como una receta, para conseguir una meta, para progresar y alcanzar el éxito debemos ser valientes, persistentes y disciplinados. La única forma de vivir la vida es viviéndola, permitiéndonos experimentar todo tipo de emociones y experiencias, ya sean buenas o malas, porque al fin y al cabo son esas pequeñas cosas que nos ayudan a crecer.
Atrévete a soñar
Atrévete a ser feliz
Atrévete a volar
Atrévete a vivir

¡Atrévete!!!

23 de octubre de 2017

             Esta es la Regla de ORO para el buen trato.


Todas las religiones coinciden en esta Regla de ORO
A mí me encanta la siguiente interpretación:
"Trata a los demás como te gustaría que los demás te traten a ti"
¿Y a ti cuál interpretación de la Regla de ORO te llama más a la atención?

20 de octubre de 2017

UNIBE obtiene la posición más alta entre las universidades dominicanas en el QS Ranking Latinoamericano 2018
Por:
Loraine Amell Bogaert

 El QS Ranking Latinoamericano colocó a la Universidad Iberoamericana (UNIBE) en el nivel más alto entre las universidades dominicanas y en el número 123 para América Latina, con lo que logró incrementar 28 puntos con relación a la última medición del 2017.
Los indicadores que mide el QS Ranking Latinoamericano son la reputación académica de la institución, opinión de los empleadores, citas por artículo publicado, proporción de profesores por alumno, profesores con doctorado, publicaciones por académico, impacto en la web y red internacional de investigación.
Estos resultados reflejan los logros alcanzados por la Universidad, la cual ha enfocado sus esfuerzos en la consecución de los objetivos asumidos en su Plan Estratégico, priorizando las áreas que hoy le permiten posicionarse en una posición delantera: Calidad Académica, Impulso a la investigación, Vinculación Universidad-Empresa e Internacionalización.
La formulación de un Modelo Educativo institucional basado en estrategias de aprendizaje activo y apoyado en recursos pedagógicos y tecnología de punta, programas de desarrollo y acompañamiento docente, un currículo orientado al desarrollo de competencias, así como los sistemas de apoyo a los estudiantes, son las iniciativas principales que fomentan la calidad académica en la institución.
El enfoque internacional de la Universidad, el cual ha sido un elemento característico desde su fundación, se ha consolidado a través de los más de 160 acuerdos con universidades e instituciones extranjeras, las más de 65 opciones de movilidad estudiantil en 20 países, los programas de doble titulación y el enfoque global del currículo.
Desde hace ya varios años, UNIBE se ha trazado la meta de ser el referente en investigación académica del país. Hoy día, un equipo de investigadores de excelente formación, dinámico, comprometido con la excelencia y la ética, lideran líneas y centros de investigación en temas de relevancia para el desarrollo nacional y que contribuyen con la creación de conocimiento global.
Desde el Laboratorio de Neurocognición y Psicofisiología, el Instituto de Medicina Tropical y Salud Global, el Centro de Investigación en Biomateriales y Odontología, la Cátedra UNESCO de Inclusión Social y Académica de Personas con Discapacidad y Necesidades Educativas Especiales, así como desde las distintas escuelas, se realizan y publican investigaciones a través de proyectos llevados a cabo con fondos concursables nacionales e internacionales,  muchos de ellos en colaboración con destacadas universidades y centros de investigación, tales como McGill University, National Geographic Society, Tulane University School of Public Health, University of Alabama, University of Pennsylvania; University of Tennessee, Kings College London y Universidad del Bosque (Colombia).

UNIBE reafirma su compromiso con la excelencia para incidir en el desarrollo sostenible de nuestra sociedad a través de egresados, quienes son líderes en sus sectores, de la investigación y de la extensión, con un modelo de gestión vanguardista y un valioso equipo de profesionales que trabajan día a día por la educación superior de calidad.

         ¡¡¡Felicidades a toda la familia UNIBE!!!

9 de octubre de 2017

El Dios Moreno y la gran diosa Mía

Cuento ganador del primer lugar, en la categoría Docentes y administrativos, en el Certamen Literario UNIBE 2017. 

Esa noche, cuando se crearon las estrellas, los dioses se contaron sus terribles secretos. Hay quienes dicen que fue aquí, pero la verdad, hijita —decía el abuelo—, es que cuando eso nada existía, así que nadie lo recuerda. El Dios Moreno había ido hasta ese rincón del universo porque al otro día tendría que partir y ni el abuelo sabía hacia dónde. En lo que todos coinciden, a pesar de que se cuentan múltiples versiones —siguió el abuelo—, es en que cuando el viento estrelló las olas contra el pelo de oro se forjaron los terribles secretos del universo. Al amanecer los secretos eran tantos que, para no poner en peligro al mismo universo —que para entonces era muy joven—, el sobrino de El Dios Moreno, Jovatán, quien también había ido a despedirlo, decidió esparcirlos. Así no se corría el riesgo de que alguien los encontrara y se hiciera superior a todos. Jovatán echó los secretos más pesados al mar, los ligeros los montó en el viento, y convirtió los grandes en moléculas invisibles que esparció por el espacio. 
Hasta esa noche —siguió el abuelo— el mar no era lo que conocemos. Fue allí, mientras El Dios Moreno miraba el cielo, completamente vacío, y le confesaba su amor a la diosa de oro, donde su pelo dorado se extendió sobre el universo. Cuando la diosa intentó recogerlo ya la cabellera había cubierto la tercera parte de los planetas y se había enredado entre los árboles y la tierra. Con dolor la diosa se vio obligada a deshacerse de sus mechones, pero El Dios Moreno para compensarla los convirtió en agua. Eso sucedió una eternidad antes de que los humanos llegaran al planeta. 
¿Cuánto es una eternidad, abuelo? 
Un pedazo tan largo de tiempo que hasta los dioses se aburren de él. A veces, cuando despiertan de su letargo, sus criaturas se les han revelado, pelean guerras absurdas o han desaparecido. 
Cuéntame de los humanos, abuelo. 
Eran la especie más dañina que pobló el universo. Se mataban unos a otros, vivían llenos de odio e irónicamente decían poder amar. 
¿Amar? 
Es un verbo desaparecido junto con su raza. Solo ellos creían poder conjugarlo, pero se trató de una mala interpretación de la historia de la gran diosa Mía y el Dios Moreno. 
Cuenta, abuelo, cuenta. 
Es ridículo, pero ellos también pensaban que el amor lo inventaron los dioses. Eso le daba una dimensión inalcanzable para cualquiera de su especie. Por eso se pasaban la vida persiguiendo algo que jamás existió. 
¿Conociste a algún humano, abuelo? – 68 – 
Por primera vez el abuelo Fitkenk se detuvo como si fuera a decir algo. La pequeña Kabustra creyó intuirlo en el brillo de sus circuitos fosforescentes. 
Volvamos a la historia y deja de distraerme, Kabustra, si quieres que termine. 
El Dios Moreno se quitó el manto y dejó que el viento acariciara sus músculos bruñidos. La Diosa de Oro no hizo lo mismo (algo la ataba al pasado), pero dejó al viento filtrarse por el tesoro de su melena. Llevaban once eternidades sin verse. Dándose algunas caricias con las manos, muchas con las miradas y otras con la voz, empezaron a pintar los mundos con que soñaban. Cuando El Dios Moreno, libre del embrujo de sus ojos verdes y del murmullo de su risa, extendió un brazo hacia el cielo (algunos dicen que el izquierdo), se dio cuenta de que el firmamento estaba vacío. 
—Haré seres para llenar la expansión, contestó El Dios Moreno, que no dejaba de pensar en el cuerpo que sostenían sus brazos. 
—¿Harás qué?, rió la beldad. ¿Querrás decir que tendrás hijos, no? 
—Sí. 
El Dios Moreno estaba frustrado. No había que ser dios para darse cuenta de que el corazón de la diosa no le pertenecía. Mis ojos siempre pertenecerán a quien los haga brillar, recordaba que le dijo una vez. Cosa que estaba seguro —por más dios que fuera— que no podía hacer. 
—Pídeme un deseo, lo interrumpió la diosa, que había vuelto la perla de su vista hacia el infinito —tratando de encontrar los sueños del dios en el espacio—, pero dentro del radio de sus ojos verdes no había ningún movimiento. 
—¿Y? 
—También el corazón tiene sus luchas y no es culpa de nadie. 
—El mío no, estaba muerto cuando nací. 
—Pero si tienes un corazón que no puedes con él de lo grande que es, mi negrito. 
—Si fuera verdad me quisieras, pero prefieres estar con dioses inferiores, aunque sabes que te aman menos. 
—Ni siquiera los dioses domamos el corazón, negrito. 
Cuando eso los dioses desconocían el pecado de la resurrección. Aunque el universo y las fuerzas eran uno. Mucho antes de cualquier creación —decía el abuelo como si no fuera parte nuestra—. Después dejaba caer la barba que se iba extendiendo hasta el piso y formaba manantiales y ríos que hoy echo de menos. Entonces volvía a esos recuerdos que nadie sabía si eran inventados o ciertos. 
¿Qué pasó cuando Mía le contó al Dios Moreno su secreto? 
El Dios Moreno se levantó —siguió el abuelo— y caminó por la orilla de la playa... Los vientos calientes que suben del mar son parte de esa convulsión. 
¿El Dios Moreno amaba a Mía? 
Más que a su propia vida. Esa noche, para recordar su calor y los escasos besos que le dio, le hizo un hermoso regalo. 
—Quiero que todo el universo sepa que te amo más que a él mismo, que sienta celos de ti. 
—Ah sí, morenito, ¿cómo lo harás? 
Mientras la diosa hablaba, el mar y el viento se habían detenido a escucharla, pues nada escapaba a sus encantos. Cada palabra que pronunciaba venía envuelta en una risa irresistible. 
—Sí. Te haré el collar más ostentoso que cualquier diosa pueda lucir. Lo llamaré El Collar de Mía. 
—¿De qué será? 
El Dios Moreno volvió a levantar los brazos hacia la oscuridad del espacio y con sus dedos de músico fue colgando como notas en un pentagrama cada estrella que brilla en el cielo. Nosotros sabemos —cuando decía nosotros, sentía que el abuelo no era parte nuestra— que El Dios Moreno les dio doble imagen a los astros. Los humanos conocían la historia. Si lograban descubrir el centro del collar, jamás se extraviaban, pues allí late el corazón de la gran diosa, pero la parte del Instrumento Universal no la puede ver la mayoría. 
¿Qué es El Instrumento Universal, abuelo? 
La luz no apoca las estrellas. Cuando no las vemos es porque El Dios Moreno está en alguna aventura y su piel se extiende por el universo. Si está melancólico empieza a tocarlas, entonces las estrellas brillan tanto que producen vibraciones. Fue su argucia para no alejarse de Mía y la razón de la música en los astros. 
Abuelo, ¿y cuál era su secreto? 
El viejo Fitkenk siguió con su mirada hacia el piso como si temiera que desde allá arriba El Dios Moreno lo fuera a castigar por su imprudencia. 
Mucho antes de que empezara la ebullición del universo, cuando todo era armonía, se cree que la gran diosa tuvo una relación con Mirlut, el dios de la aventura. Al separar- se se marcharon a galaxias muy distantes. Millones de años después la diosa mandó su mascota favorita —un cometa de cola roja— a contarle a Mirlut que estaba embarazada, pero cuando el saltarín de los astros lo supo se enfureció tanto que con su aliento apagó para siempre al cometa de cola roja y desde entonces se hizo invisible. Una ráfaga de viento que pasaba por allí y que conocía los sufrimientos de Mía vio el asesinato y se lo contó a la diosa. Mía fue al lugar. El cometa apagado se había convertido en una man- cha que llamaron Oscuridad y que amenazaba con tragar- se el universo. El pecado fue tan horrible que, una vez crea- do, solo se podía domesticar y para ello los dioses debían unirse. Antes de eso el universo era todo luz. Pero pasó algo más. Y eso fue lo terrible. Se dice que el amor que sentía Mía por su cometa se trocó en una repulsión semejante por Mirlut. Entonces un pensamiento terrible se posó sobre la diosa y lo escuchó. Para volver a la vida a la criatura, tendría que sacrificar al hijo que llevaba en el vientre. Estaba decidida. Se metió la mano entre las piernas y extrajo el feto, que ya imaginaba tan maldito como su padre, lo con- templó por algún tiempo como se retorcía y lo sacrificó estrellándolo contra la superficie de la roca muerta. Así fue como descubrieron los dioses el pecado de la resurrección. 
¿Y El Dios Moreno? 
Él también había tenido un hijo, pero, a diferencia del de la diosa, el suyo nació. Oí a Viento y Tiempo decir que era hermoso, que el color bruñido que heredaron los hombres es el suyo. Sin embargo, El Dios Moreno nunca cono- ció al niño. Al día siguiente de haber dormido con Nelphy, la diosa del descuido, la Junta Celestial lo envió al otro lado del universo por una eternidad. Cuando volvió, Nelphy había desaparecido y borrado todo rastro que le permitiera encontrarla. Desde entonces la vida de El Dios Moreno fue triste. Arrastraba por el universo una culpa que en parte no era suya. Quería conocer a su hijo, darle alguna galaxia, ponerle Yumpeté, como su planeta favorito —donde las criaturas solo son visibles para él—. Fantaseaba con que su hijo tuviera la facultad de ver este regalo que para ese momento había apartado, jugar a las escondidas entre las nubes, pero no sabía nada, ni siquiera si era dios o diosa. Desde entonces el universo empezó a hacerse amargo y los astros tuvieron que soportar la pérdida del embajador celestial. 
¿Crees que de verdad sucedió así, abuelo?
Tiempo nunca ha mentido ni tiene por qué hacerlo, hijita. Sabía que la historia estaba terminando, así que me atreví 
a dejar salir la pregunta.
¿Cómo lo supiste, abuelo?
Ya te lo dije, Tiempo y Viento hablan de estas cosas en 
sus delirios. Solo tienes que esperar el momento.
¿Y El Dios Moreno, murió?
Cuando volvió para juntarse con la diosa de nuevo en 
aquel lugar, ella no estaba, a pesar de que le prometió que pasaría otra noche con él. La diosa se había ido a otra galaxia. El Dios Moreno perdió la cabeza. Con la calma de siempre deshizo lo que habían creado. Regresó sin decir una palabra, sin un suspiro. Terminó de crear las leyes del universo, por eso las hizo arbitrarias. La impotencia la convirtió en nubes que aún empañan la expansión. Se incomodó tanto que reventó en una niebla de incredulidad que contagió el universo, desde entonces son pocos los que creen. Los dioses no volvieron a aparecer por mucho tiempo y cuando nacía un hombre que los defendiera la maldición de El Dios Moreno renacía en la multitud, la cegaba y los mataba. El Dios Moreno estaba deshecho. Trató de buscarla, pero no apareció. Les rogó a las estrellas que le dijeran su paradero. Sin embargo, la diosa también había dominado sus corazones. Lloró al viento, a otros dioses, a la oscuridad, pero nadie oyó su ruego. Removió todo el universo. Los demás dioses estaban seguros de que nada lo detendría. Amenazó con tragarse el cosmos y dejar solo el que le fuera indispensable para morir de ira. De aquellas explosiones —del humo que le brotaba por la nariz— salió la antimateria. 
Al final se tendió sobre la vastedad del universo, desde entonces su nicho, y dejó al destino que lo manchara todo. Así pasaron las eternidades. Cuando creyeron olvidada su historia, se oyó el rumor de que se había dormido para siempre. A nadie pareció importarle. 
Fitkenk recogió su barba, que se había convertido en un polvo rojizo que manchaba tres constelaciones. Cuando se levantó bostezó y de su bostezo volaron tres cometas. 
Así fue creado el universo. Ya era tiempo de que lo supieras. Espera. ¿Qué sucedió con El Dios Moreno?
Decidió poner fin a su vida y con ello vengarse por siempre del resto de los vivientes. Juró que desde ese día en el universo se moriría por el ser al que menos le importara el sacrificio. Hay quienes dicen que tiempo después —cuando el Dios Moreno se había dormido para siempre— la gran diosa volvió arrepentida, diciéndole a todo el universo que en verdad lo amaba. Y que cuando supo la noticia de su tragedia perdió la cabeza y para confortarse creó la Tierra, con especies parecidas a él, pero son especulaciones. Nadie volvió a verlos. También dice la leyenda que cuando los humanos mataron a los dioses aún no había vuelto a hablar. 

El abuelo se dejó caer por el agujero de gusano que se retorcía a sus pies y la niña se quedó viendo a los cometas que se perdían en la oscuridad. 
Rodolfo Báez 

29 de septiembre de 2017



Sofía: una filosofía de vida plena y feliz
Por
  Miguel Collado, estudiante de UNIBE
  
 La vida bien vivida es un camino hacia la plenitud
 y es plenitud en el camino
L F

El dominio de uno mismo y de nuestra mente caótica es uno de los retos más grande que enfrenta todo ser humano. Platón sostenía que la buena vida, la felicidad, se lograba aplicando cuatro virtudes en la interacción social: La sabiduría, la fortaleza, la templanza y la justicia.
A través del tiempo han surgido seres humanos, iluminados, que han esparcido sus ideas sobre cómo vivir una vida plena y feliz. Jesús, la Madre Teresa, Buda, Confucio, son algunos ejemplos, figuras que nos han brindado conocimientos para alcanzar el equilibrio personal, para alcanzar una vida plena.
¿Estás tú satisfecho con la vida que estás llevando? ¿Estás en el camino correcto para alcanzar tu propia realización personal? O ¿Necesitas hacer algún cambio en tu vida? ¿Tienes una filosofía que guíe tu vida?
Yo creo que todos poseemos una filosofía de vida. Lo único que varía es el nivel de conciencia de cada uno sobre la misma, varía el grado de moralidad y estabilidad dentro de nuestras creencias. Por ejemplo, un hombre americano secular podría vivir una vida basada en una filosofía de placeres, “comamos y bebamos que mañana moriremos”, puro hedonismo, emborrachándose eufóricamente los fines de semana y teniendo relaciones descontroladas. Viviendo “on the edge,” en el borde.
Otra filosofía podría ser la religiosidad extrema, en el hemisferio oriental, por ejemplo, donde fanáticos religiosos cometen ciertas atrocidades, en nombre de sus creencias, en nombre de su fe.
Es ahí donde entra la moralidad y la conciencia social, conceptos muy presentes en algunas filosofías, pero totalmente ausentes (nihilismo) en otras.
La vida sin principios, sin un norte, sin una filosofía que nos guíe, es un desastre, es confusa, oscura y difícil. Por eso debe ser una labor diaria el pulir nuestras perspectivas, desarrollar la inteligencia emocional, ser proactivo y asertivo, tener unos principios, valores e ideales que nos guíen y nos permitan una mejor vida en sociedad, aprendiendo de aquellos que han podido encontrar el camino hacia la paz interior, hacia su propia realización personal. ¿Y a ti, te gustaría alcanzar una vida plena, ser una persona plenamente realizada, plenamente feliz?
Sofía, es una filosofía de vida plena y feliz. Vamos tras ella.

22 de septiembre de 2017



El valor de la vida, y la vida con valores
La vida es breve, seamos agradecidos
Por:
Gabriela Martínez

Tras analizar diversos escritos en clase, de autores como Facundo Cabral, he llegado a conclusiones enriquecedoras sobre el valor de la vida. Tomando como base fundamental que la vida tiene un valor incalculable, y que los valores hacen la vida aún más invaluable.
La vida es breve, pero es hermosa, y es a partir de la apreciación de esta idea que lograremos alcanzar este ideal que tanto buscamos. Permitámonos ser astutos, audaces, descubriendo lo insignificante que son nuestros problemas a la hora de compararlos con la gracia de la vida. Vale recalcar que apreciar esta belleza no es atarnos a ella o volvernos dependendientes de cosas mundanas y triviales. Es, más bien, descubrir la importancia de cada una de las circunstancias que enfrentamos, ver la belleza en los detalles cotidianos y poder aceptar lo que venga con un talante de pura alegría y optimismo. Este es uno de los mayores regalos que podemos darnos a nosotros mismos.
La felicidad también se refleja en el servicio. Al momento en que podemos salir de nuestras comodidades y vencer por un momento nuestros caprichos, conocemos el regalo de la felicidad.
Nuestra sociedad necesita hombres y mujeres que puedan sentir el dolor del otro, que puedan ponerse en los zapatos de aquel que sufre, que necesita una mano amiga, dispuestos a acompanarlo mientras atraviesa caminos de tribulación y angustia, porque es sabido que “El que no vive para servir, no sirve para vivir”. Pero para ayudar, donarnos al otro y poder amarle con sus fallas, debemos primero amarnos a nosotros mismos, y amarnos implica conocernos, tanto nuestras capacidades, como nuestras deficiencias, y no solo conocerlas, más bien sacar lo mejor de ellas. Todo lo que tenemos nos hace ser nosotros, nos hace únicos y especiales.
En conclusión, reiterando la idea que recalca la brevedad de la vida, utilicemos la gratitud como un recurso para el éxito. Seamos agradecidos, y considerémonos dichosos ante cualquier cosa que nos presente la vida. El agradecimiento es un arma ante un sin número de cosas, pero más importante, es un arma para el servicio, porque cuando logramos agradecer lo que tenemos, pasamos a un segundo plano, que no se limita a simplemente apreciarlo, mejor aún, se produce el efecto de querer amar al otro y servirle, que es lo que al final puede hacernos plenamente humanos y plenamente felices. 

20 de septiembre de 2017


El hombre se posee en la medida en que posee su lengua

No habrá ser humano completo, es decir, que se conozca y se dé a conocer, sin un grado avanzado de posesión de su lengua. Porque el individuo se posee a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro, y esa expresión sólo se cumple por medio del lenguaje. Ya Lazarus y Steinthal, filólogos germanos, vieron que el espíritu es lenguaje y se hace por el lenguaje. Hablar es comprender, y comprenderse es construirse a sí mismo y construir el mundo. A medida que se desenvuelve este razonamiento y se advierte esa fuerza extraordinaria
del lenguaje en modelar nuestra misma persona, en formarnos, se aprecia la enorme responsabilidad de una sociedad humana que deja al individuo en estado de incultura lingüística.

En realidad, el hombre que no conoce su lengua vive pobremente, vive a medias, aun menos. ¿No causa pena, a veces, oír hablar a alguien que pugna, en vano, por dar con las palabras, que al querer explicarse, es decir, expresarse, vivirse, ante nosotros, avanza a trompicones, dándose golpazos, de impropiedad en impropiedad, y sólo entrega al final una deforme semejanza de lo que hubiese querido decirnos? Esa persona sufre como de una rebaja de su dignidad humana. No nos hiere su deficiencia por vanas razones de bien hablar, por ausencia de formas bellas, por torpeza mecánica, no. Nos duele en lo humano; porque ese hombre denota con sus tanteos, sus empujones a ciegas por las nieblas de su oscura conciencia de la lengua, que no llega a ser completamente, que no sabremos nosotros encontrarlo. Hay muchos inválidos del habla, hay muchos cojos, mancos, tullidos de la expresión.

Una de las mayores penas que conozco es la de encontrarme con un mozo joven, fuerte, ágil, curtido en los ejercicios gimnásticos; dueño de su cuerpo, pero cuando llega el instante de contar algo, de explicar algo, se transforma de pronto en un baldado espiritual, incapaz casi de moverse entre sus pensamientos; ser precisamente contrario, en el ejercicio de las potencias de su alma, a lo que es en el uso de las fuerzas de su cuerpo. Podrán aquí salirme al camino los defensores de lo inefable, con su cuento de que lo más hermoso del alma se expresa sin palabras. No lo sé. Me aconsejo a mí mismo una cierta precaución ante eso de lo inefable. Puede existir lo más hermoso de un alma sin palabra, acaso, pero no llegará a formar forma humana completa, es decir, convivida, consentida, comprendida por los demás.
Pedro Salinas, El defensor



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